miércoles, 16 de marzo de 2011

“Los policías me dijeron: ¡mándate para matarte delante de tu mamá!”


Un taxista denunció que una patrulla policial lo golpeó salvajemente para arrancarle la confesión de que había participado en el asesinato del mayor de la Policía que fue baleado la madrugada del sábado en la rotonda de Arroyo Hondo.

Luis Manuel Abreu, de 30 años, cuenta que había terminado de guardar el carro en casa de su madre cuando tres guaguas-patrullas llenas de agentes policiales lo detuvieron en la calle H-5, de Arroyo Hondo Segundo.

“Si yo no me las ingenio y llamo a mi familia, aunque ya estaba esposado, ellos me matan. Eran muchísimos. Eran tres guaguas. Había uno que me ponía un palo por detrás en el cuello, uno me tapaba la boca y me daba muchísimos palos por ahí atrás”.

Después de todas las torturas y golpes, la Policía Nacional dejó libre al ciudadano porque determinó que nada tenía que ver con el caso que investigaban, y que sólo se trató de un "error".

“Ellos me tiraron al piso, empezaron a darme golpes, me esposaron y después me llevaron al cuartel que está ahí mismo, en la H-5, y también el sargento de guardia me dio un ‘estrallón’ que caí de hombros.



Ellos me decían que yo andaba manejando un carro verde, que yo andaba con los secuestradores (yo tengo un carro negro, 98, Corolla). Y me llevaron al lugar del hecho”.


Abreu narra que, después de pasar la noche haciendo su labor en la compañía Maxi Taxi, iba caminando hacia la vivienda donde reside con su esposa. Justo estaba frente a la casa de su abuela cuando los policías lo pararon, lo arrojaron en el asfalto y empezaron a golpearlo con sus botas y macanas. Todo sin mediar palabra.

“No tengo ni la menor idea de por qué me hicieron eso. Esa noche cuando guardé el carro le dije a mi mamá que me iba para donde yo vivo con mi esposa y, aproximadamente a 200 metros de la casa de mi mamá, frente a la casa de mi abuela, ellos me interceptan. Y eso fue una cosa tremenda”, cuenta el joven.

Y agrega: “Ellos me tiraron al piso, empezaron a darme golpes, me esposaron y después me llevaron al cuartel que está ahí mismo, en la H-5, y también el sargento de guardia me dio un ‘estrallón’ que caí de hombros. Ellos me decían que yo andaba manejando un carro verde, que yo andaba con los secuestradores. (yo tengo un carro negro, 98, Corolla). Y me llevaron al lugar del hecho”.

El taxista, que aún camina y respira con dificultad, conserva en su cuerpo los hematomas que le produjeron los golpes de los agentes policiales del destacamento del kilómetro nueve de la autopista Duarte, comandados por capitana Mary Deschamp de León.

“¡Yo soy el hijo de Chepe, Mary, no dejes que me maten. Soy Luis Manuel! ¿tú no me conoces?”, gritaba el joven antes de que le taparan la nariz y le colocaran un palo en el cuello y lo apretaran desde la espalda. La capitana, que reside en el sector y es conocida de su padre, José Abreu, desde hace 20 años, le dijo: "¡yo no te conozco y no sé quién es Chepe!".

En la mañana de este lunes, 13 de marzo, Luis Manuel Abreu estuvo en el Palacio de la Policía Nacional, en el Distrito Nacional, con su padre y con su tío. Aclara que cuando lo trasladaron allí, al departamento de Homicidios, nadie lo golpeó. Se aclaró que no tenía nada que ver con la muerte del mayor Víctor Manuel Batista Núñez. Todo fue una "confusión". Lo liberaron el sábado.

No obstante, teme por su vida. Siente que no hay seguridad y que ahora debe cuidarse de los policías cuando los encuentra en la calle.

“Cuando me liberaron, me dejaron frente a la casa de mi mamá y los policías me dijeron: ‘¡Te vamos a soltar, mándate para matarte aquí mismo delante de tu mamá!’”.