Los paros cardiacos, cuando el corazón deja de latir repentinamente, son muy inusuales entre los adolescentes y especialmente entre los jóvenes atletas saludables. Pero cuando ocurren —como el mes pasado, cuando el estudiante de secundaria Wes Leonard se desplomó sobre la cancha minutos después de encestar la canasta de la victoria en Fennville, Michigan— las muertes llegan a los encabezados de los diarios.
El debate recurrente es sobre si se deben realizar electrocardiogramas de forma rutinaria a los jóvenes atletas antes de que se dediquen a un deporte. La meta es detectar a aquellos que podrían estar bajo riesgo por enfermedades cardiacas y antes de que los ejercicios intensos desaten el problema.
La cuestión es saber qué tan comunes son los paros cardiacos entre los jóvenes deportistas. No existe una cuenta oficial, pero las estimaciones van de unas 66 muertes al año a más de 100 entre los atletas menores de 40 años.
Los investigadores de la Universidad de Washington revisaron con más atención a atletas de la Asociación Nacional de Atletismo Universitario (NCAA, por sus siglas en inglés), centrándose en una base de datos de la asociación sobre muertes de atletas, reportes noticiosos y registros de aseguradoras.
Descubrieron 45 muertes relacionadas con enfermedades cardiacas durante cinco años entre los estudiantes atletas de elite, un promedio de nueve al año.
El riesgo equivale a una muerte entre aproximadamente cada 44.000 atletas de la NCAA, dijo el doctora Kimberly Harmon, especialista en medicina del deporte de la Universidad de Washington, según la citó el lunes la gaceta médica Circulation.
Harmon encontró que el riesgo era mayor entre los jugadores de basquetbol, seguidos por los nadadores.
“El asunto es saber si necesitamos hacer un mejor trabajo para identificar quiénes son esos chicos”, dijo Harmon, a quien le gustaría que tanto las universidades como las secundarias realizaran electrocardiogramas a sus estudiantes atletas.
“No me parece que sea tan extraño”, dijo Jonathan Drezner, coautor del estudio y profesor asociado de la Universidad de Washington. “Se supone que estos jóvenes atletas no deberían morir haciendo lo que les encanta”.
La Asociación Estadounidense de Cardiología recomienda efectuar un examen físico exhaustivo, así como un historial médico familiar y personal detallado para cada deportista, pero no pide un electrocardiograma automático. La idea es hallar signos de alerta, como desmayos, un soplo cardiaco o si algún familiar murió joven por algún problema del corazón, lo que podría llevar al médico a realizar otras pruebas.
En cambio, la Sociedad Europea de Cardiología y el Comité Olímpico Internacional recomiendan que se agreguen electrocardiogramas —los cuales miden la actividad eléctrica del corazón— a las revisiones antes de que los jóvenes atletas se dediquen a una especialidad deportiva.
El problema es que los electrocardiogramas no pueden detectar todos los problemas que pueden llevar a esas muertes, dijo el médico Barry Maron de la Fundación del Instituto de Cardiología de Minneapolis. El estudio tampoco pudo definir exactamente la causa de las muertes de los deportistas, sólo que estaban relacionadas con enfermedades cardiacas.
Al final también está la cuestión ética de sólo aplicar exámenes a atletas del deporte organizado, cuando en realidad hay otros jóvenes que mueren practicando deportes por su cuenta y a consecuencia de las mismas enfermedades.
“Cada muerte repentina es trágica”, dijo Maron. Pero “no son tan comunes”.
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