Vuelven a sonar las alarmas antiaéreas en la isla de Yeonpyeong, bombardeada el martes, ante el temor de un nuevo ataque
Sirenas, soldados armados corriendo por las calles, coches patrulla de la Policía a toda velocidad y mensajes atronadores por los altavoces. Las alarmas antiaéreas han vuelto a sonar hoy en la isla surcoreana de Yeonpyeong, bombardeada el pasado martes por el régimen estalinista que pilota Kim Jong-il. Pasadas las once de la mañana (tres de la madrugada, hora española), el miedo y la tensión se han apoderado otra vez de esta pequeña isla situada a solo diez kilómetros de Corea del Norte.
El sonido de las sirenas ha desatado nuevas escenas de pánico. Mientras los soldados y policías corrían por sus calles desiertas, los altavoces conminaban a esconderse en los refugios. De los 1.700 habitantes de la isla, ya solo quedan unos treinta tras la evacuación en masa de los últimos días. Pero su éxodo ha sido contrarrestado con la llegada de 200 periodistas y 60 funcionarios del Gobierno para vigilar las casas abandonadas, amén del millar de soldados y policías de su base militar.
Las alarmas han saltado cuando el Ejército surcoreano ha detectado los cañones del Norte apuntando a la isla y ha temido un ataque inminente. Según la agencia de noticias Yonhap, Pyongyang ha montado misiles tierra-tierra en rampas de lanzamiento desplegadas por el Mar Amarillo y situado proyectiles tierra-aire en las zonas disputadas de la frontera.
Al cabo de una hora, pasado el mediodía (cuatro de la madrugada, hora español), la alerta ha cesado y ha podido atracar en el puerto el barco procedente de Incheon, que ayer no pudo efectuar su único servicio diario por el mal tiempo. En dicho ferry, que se había detenido en la vecina islita de So-yeonpyeong, ha recogido en una breve parada a algunos periodistas y ha regresado enseguida a Incheon.
Despliegue de misiles
El “Querido Líder” Kim Jong-il responde con el despliegue de misiles al inicio unas horas antes de las maniobras conjuntas que llevarán a cabo Estados Unidos y Corea del Sur en el Mar Amarillo, a unos cien kilómetros de la isla de Yeonpyeong. Estos ejercicios navales ya habían sido amenazados por Corea del Norte.
Hasta el próximo miércoles, el portaaviones nuclear USS George Washington y cuatro barcos de guerra más se unirán a la flota surcoreana como respuesta al reciente ataque de la Artillería de Kim Jong-il contra Yeonpyeong, que dejó cuatro muertos y 18 heridos y ha puesto a la Península Coreana al borde de la guerra por ser la primera ofensiva directa contra civiles. Aunque los ejercicios navales tendrán lugar a 100 kilómetros de la disputada frontera marítima con el Norte, la presencia de la flotilla americana ha enfurecido a Pyongyang, que ayer advirtió de que “las consecuencias pueden ser imprevisibles”.
Con sus 75 cazas de combate a bordo y una tripulación de 5.500 marineros, el portaaviones nuclear USS George Washington navega escoltado por los destructores Stethem y Fitzgerald y los cruceros Cowpens y Shiloh. Junto a ellos, dispararán con fuego real seis destructores surcoreanos, incluyendo uno de la clase Aegis, dos fragatas y un submarino antiaéreo.
Cruce de amenazas
Estos juegos de guerra vienen acompañados de un cruce de amenazas por ambos bandos. Mientras el comandante de los marines surcoreanos, el general You Nak-jun, abogaba por una represalia “mil veces mayor” durante el funeral ayer de los soldados fallecidos en el bombardeo de Yeonpyeong, el régimen de Pyongyang aseguraba que la muerte de dos civiles era “lamentable” en caso de ser cierta. Pero, al mismo tiempo, acusaba al Gobierno de Seúl de utilizar como escudos humanos a los 1.700 habitantes de la isla, en su mayoría humildes pescadores que viven a solo diez kilómetros de Corea del Norte.
Las maniobras militares no sólo añadirán más fuego a la tensa situación que se vive en la Península Coreana, sino que amenazan con molestar también a China. El USS Washington ya tenía previsto intervenir en unas maniobras similares en julio, poco después de la muerte de 46 marineros surcoreanos en el hundimiento de su corbeta, al parecer, por un torpedo del Norte. Pero la presión del régimen de Pekín influyó para que los ejercicios con tiro real se desarrollaran finalmente en el Mar de Japón, y no cerca de su frontera en el Mar Amarillo, como estaba previsto en un principio.
Para rebajar la tensión, uno de los miembros del consejo de Estado chino, Dai Bingguo, y su negociador nuclear, Wu Dawei, llegaron ayer a Seúl, donde se entrevistaron con el ministro de Exteriores surcoreano, Kim Sung-hwan. Alarmado por la llegada de la VII Flota estadounidense y la escalada de la tensión, el régimen intenta mediar en el conflicto antes de que estalle una guerra en la que Corea del Norte podría recurrir a su arsenal atómico.
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