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La mirada de Elvira Gómez no busca nada. Mira sin ver. Piensa. Detiene su vista sobre un horizonte cercano y siente alivio, por lo menos un rato. Toma aire y narra en algunos minutos 30 años de sumisión, amenazas, violaciones, silencios. Un padre violador, el suicidio de un hijo, los golpes, los días en cama por dolor.
En diálogo exclusivo con Clarín, Elvira Gómez, la mujer de 43 años, cuyo padre comenzó a abusar de ella desde los 13 y con el que tuvo nueve hijos, rompe el silencio, aunque ya lo hizo en la Justicia cuando tomó la decisión de denunciarlo.
Sentí que estuve 30 años peor que presa. Porque ni siquiera podía hablar con alguien. Me violaba, me golpeaba por cualquier cosa, no me dejaba acercar a nadie, y siempre tenía el arma cargada. Yo voy a ir preso pero a vos te mato antes, me decía.
Todo ocurrió en una casa de adobe, con piso de tierra y techo de paja en el paraje Nicanor Molinas, en Santa Fe. La noche del 4 de junio de este año la Policía allanó la casa de los Gómez por presunto robo de ganado. Allí encontraron una escopeta de fabricación casera, y Armando Gómez fue detenido. Seis días después, Elvira lo denunció. Las pruebas de ADN comprobaron que 9 de sus 10 hijos son de Gómez.
-¿No se te ocurrió denunciarlo antes? -Sí, pero no era fácil. De chica por cualquier cosa me pegaba con lo que tenía a mano: una varilla o con el machete que me cortaba toda. Estaba días en la cama.
-¿Tu mamá murió cuando eras chica? -Sí... yo tenía un año y ocho meses, y nadie me saca de la cabeza que él le hizo algo...
-¿Sospechas que la mató? -(Hace un profundo silencio) Era un hombre muy malo.
-¿Y con sus hijos nietos como era? -La cosa era conmigo, a mi me maltrató mucho.
-¿Tu hijo mayor se suicidó cuando se enteró que su abuelo era su padre? -Fue un día antes de cumplir sus 18 años, y hace casi diez de esto. Yo siempre pensé que había tomado esa decisión por una pelea con su novia, pero hace poco me comentó un hombre, que trabajaba en la policía en ese momento, que le habían encontrado una carta que explicaba todo esto: que se había enterado de que su abuelo era su padre. En su momento no me dijeron nada.
-¿No tenías un familiar cercano para contarle todo lo que te pasaba? -No. Siempre le creían a él. Mirá, con decirte que hasta hace unos días los familiares de él me amenazaron: me dijeron que retire la denuncia porque me iba a pasar algo... Pero yo ahora camino sin miedo por la calle. Siento un gran alivio, aunque salgo bastante poco porque tengo mucha vergüenza por todo.
-¿Por qué? -Porque este es un pueblo chico y nos conocemos todos y no es fácil. Con decirte que mis hijas dejaron la escuela porque sufrieron mucho cuando le decían que su abuelo era su padre, tienen una negación total con la escuela. Yo hoy prefiero quedarme en casa, barriendo, mirando tele, pero salir no, siento vergüenza.
-¿De qué vivís ahora? -Hago changas, las que puedo. Necesito mucha ayuda, porque no les puedo comprar ropa a los chicos porque si gasto en eso no tenemos para comer. Puedo decir que vivo más aliviada y sin maltrato, pero necesito trabajar, sobre todo para mantener la mente ocupada, sino una piensa mucho... Y eso es malo.
En diálogo exclusivo con Clarín, Elvira Gómez, la mujer de 43 años, cuyo padre comenzó a abusar de ella desde los 13 y con el que tuvo nueve hijos, rompe el silencio, aunque ya lo hizo en la Justicia cuando tomó la decisión de denunciarlo.
Sentí que estuve 30 años peor que presa. Porque ni siquiera podía hablar con alguien. Me violaba, me golpeaba por cualquier cosa, no me dejaba acercar a nadie, y siempre tenía el arma cargada. Yo voy a ir preso pero a vos te mato antes, me decía.
Todo ocurrió en una casa de adobe, con piso de tierra y techo de paja en el paraje Nicanor Molinas, en Santa Fe. La noche del 4 de junio de este año la Policía allanó la casa de los Gómez por presunto robo de ganado. Allí encontraron una escopeta de fabricación casera, y Armando Gómez fue detenido. Seis días después, Elvira lo denunció. Las pruebas de ADN comprobaron que 9 de sus 10 hijos son de Gómez.
-¿No se te ocurrió denunciarlo antes? -Sí, pero no era fácil. De chica por cualquier cosa me pegaba con lo que tenía a mano: una varilla o con el machete que me cortaba toda. Estaba días en la cama.
-¿Tu mamá murió cuando eras chica? -Sí... yo tenía un año y ocho meses, y nadie me saca de la cabeza que él le hizo algo...
-¿Sospechas que la mató? -(Hace un profundo silencio) Era un hombre muy malo.
-¿Y con sus hijos nietos como era? -La cosa era conmigo, a mi me maltrató mucho.
-¿Tu hijo mayor se suicidó cuando se enteró que su abuelo era su padre? -Fue un día antes de cumplir sus 18 años, y hace casi diez de esto. Yo siempre pensé que había tomado esa decisión por una pelea con su novia, pero hace poco me comentó un hombre, que trabajaba en la policía en ese momento, que le habían encontrado una carta que explicaba todo esto: que se había enterado de que su abuelo era su padre. En su momento no me dijeron nada.
-¿No tenías un familiar cercano para contarle todo lo que te pasaba? -No. Siempre le creían a él. Mirá, con decirte que hasta hace unos días los familiares de él me amenazaron: me dijeron que retire la denuncia porque me iba a pasar algo... Pero yo ahora camino sin miedo por la calle. Siento un gran alivio, aunque salgo bastante poco porque tengo mucha vergüenza por todo.
-¿Por qué? -Porque este es un pueblo chico y nos conocemos todos y no es fácil. Con decirte que mis hijas dejaron la escuela porque sufrieron mucho cuando le decían que su abuelo era su padre, tienen una negación total con la escuela. Yo hoy prefiero quedarme en casa, barriendo, mirando tele, pero salir no, siento vergüenza.
-¿De qué vivís ahora? -Hago changas, las que puedo. Necesito mucha ayuda, porque no les puedo comprar ropa a los chicos porque si gasto en eso no tenemos para comer. Puedo decir que vivo más aliviada y sin maltrato, pero necesito trabajar, sobre todo para mantener la mente ocupada, sino una piensa mucho... Y eso es malo.
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